Blancanieves (Schneewittchen en
alemán y Snow White en inglés) es un personaje que no necesita demasiadas
introducciones. No obstante, la historia de Blancanieves que todos conocemos
acaso nos reserve una o dos sorpresas que valen la pena mencionar. Para ello
deberemos viajar al pasado y desde allí desandar el tortuoso camino de
Blancanieves hasta sus formas actuales.
Durante mucho tiempo se creyó que
el origen de Blancanieves se hallaba en la creación de Giambattista Basile, que
el siglo XVI publicó su Pentamerón, El cuento de los cuentos, una antología de
historias tradicionales en donde aparece el relato de Lisa, una niña de siete
años que, tras un accidente con un peine mágico, entra en un estado
inconsciente. Su familia la da por muerta y la entierran en un ataúd de
cristal, lugar en donde la joven siguió creciendo hasta adquirir el cuerpo y
las facciones de una mujer adulta.
Esta protohistoria de
Blancanieves carece por completo de sus ingredientes más conocidos, como el
espejo mágico, los siete enanos, la manzana envenenada, la reina malvada y el
príncipe. Fue hasta muchos años después cuando se descubrió el verdadero origen
de Blancanieves, un origen distinto al de otros cuentos populares ya que éste
se basa en un personaje histórico.
En palabras de un entusiasta
lector infantil, Blancanieves existió realmente.
Repasemos primero la historia de
Blancanieves más conocida, y luego estudiaremos su verdadero origen.
Érase una vez una reina que, cosiendo, se pinchó el dedo y vio su
sangre caer en la nieve. Entonces cuando deseó tener una hija con la piel tan
blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como la
noche. Su deseó se cumplió en la silueta de Blancanieves. Pero la reina murió
tras de dar a luz, y el rey se casó con una bruja maliciosa que tenía un espejo
mágico.
La bruja-reina solía preguntarle
a su espejo:
-Espejito, espejito, ¿quién es en
la mujer más hermosa del reino?
Y el espejo respondía cacofónicamente:
-Tú, mi reina, eres la más
hermosa de todas.
Pero cuando Blancanieves creció
se volvió demasiado bella como para que el espejo la ignore. De modo que ante
la pregunta habitual éste respondió:
-Blancanieves es la más hermosa.
La bruja-reina envió a un sicario
para asesinar a Blancanieves en el bosque. Para asegurarse del éxito de la
empresa le exigió que le trajera el corazón de la niña. El asesino
circunstancial, de hecho, un cazador pobre, se arrepintió, y le llevó a la bruja
el corazón de un ciervo, que fue cocinado por el chef real y devorado
alegremente por la reina.
En su escape, Blancanieves
descubre una casa que pertenecía a siete enanos. Tras algunas negociaciones y
regateos, Blancanieves se compromete a cocinar y mantener el lugar en orden a
cambio de que le permitan vivir allí. Los enanos acceden y ejecutan prodigiosas
acrobacias como muestra de gnómica alegría.
La reina, por su lado, se entera
a través del espejo que Blancanieves está viva. Intenta asesinarla tres veces.
La primera, mediante una cinta mágica, la segunda, con un peine de
extraordinario filo; y por último, mediante una manzana envenenada. La joven
cae en un sueño profundo, similar a la muerte. Los enanos, ejecutando las
mismas cabriolas pero esta vez como muestra de aflicción, confeccionan un ataúd
de cristal para seguir contemplando a Blancanieves aún después de muerta.
Eventualmente, un príncipe llega
a la región. Oye la historia de Blancanieves y decide visitar su ataúd. La
joven es tan hermosa que el príncipe gestiona con los enanos que éstos le
permitan besarla. Al hacerlo, se desprende el pedazo de manzana que se había
atorado en la garganta de la muchacha; ésta despierta y accede a un repentino
matrimonio. Nunca se nos aclara como un "beso delicado como el rocío"
puede liberar una tráquea.
La bruja-reina asiste a la boda
en una corte vecina, desconociendo que la novia es, en realidad, Blancanieves,
pero el príncipe ya ha preparado un plan bestial. La bruja es calzada con un
par de zapatos de hierro calentados al rojo vivo, y se la obliga a bailar hasta
caer prolijamente muerta.
Hasta aquí, la versión
tradicional de Blancanieves, tal como se la puede leer en cualquier rincón del
mundo. Los que se hayan quedado con la versión cinematográfica de Disney sin
dudas encontrarán inexplicables discrepancias.
Fue el historiador Karlheinz
Bartels quien descubrió el verdadero origen del cuento de Blancanieves. La
historia original puede rastrearse hasta las márgenes del río Meno, en
Alemania, donde en 1729 nació Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal, la
verdadera Blancanieves.
El padre de esta niña fue Philipp
Christoph von Erthal, diplomático de Lohr. En 1741, tras la muerte de la madre
de Maria Sophia, Philipp se casó Claudia Elisabeth Maria von Venningen, condesa
imperial de Reichenstein. La "madrastra de Blancanieves", de carácter
violento y autoritario, que aprovechó las ausencias diplomáticas de su marido
para favorecer a los hijos de su primer matrimonio. La prueba central de que
María Sophia es en realidad Blancanieves es el “Espejo Mágico”, o espejo
parlante del cuento. El castillo de Lohr poseía un fastuoso espejo que hoy en
día se halla en el museo de Spessart. Éste fue el regalo de bodas de Philipp a
su segunda esposa, la bruja-reina del cuento. Su manufactura es tan delicada
que el marco del espejo posee propiedades acústicas notables. Se dice si
alguien habla cerca de él, por sus aberturas puede oirse un extraño eco que
parece responder las preguntas que se le formulan.
Más aún, sobre el marco puede
leerse una inscripción que parece reflejar perfectamente la vanidad de la
"bruja": Amour Propre, literalmente, "amor propio".
¿Pero dónde se encuentran los
siete enanos? -se preguntará el lector ávido de confirmaciones- En las
estribaciones del Höhenweg, las Siete Montañas de Spessart, donde hoy en día se
hallan los despojos de las minas de Bieber, en las que trabajaba un número
considerable de niños envejecidos por la dura labor. El sarcófago de cristal
también procede de allí, ya que en aquella región se manufacuraban majestuosos
cofres funerarios traslúcidos.
El cronista oficial de la familia
Erthal, M.B. Kittel, describe a Maria Sophia como una joven hermosa y llena de
virtudes, “un ángel caritativo y bondadoso; activo contra la pobreza y la
indigencia”. Toda la región la consideraba una especie de hada sobrenatural, y
las crueldades de su madrastra quedaron doblemente expuestas a causa de la
ceguera parcial de la muchacha, producto residual de la varicela.
Esta historia fue recogida por
los hermanos Grimm, siempre atentos a las tragedias clásicas, y en 1812 la
primera historia de Blancanieves y los siete enanitos fue arrojada sobre las
imprentas europeas con algunas alteraciones que intentaban disimular el
verdadero origen del cuento. El cine hizo el resto, haciendo prácticamente
imposible hallar a la ciega María Sophia en el rostro lívido de Blancanieves.